domingo, 22 de octubre de 2017

Jornada Erinda - Noviembre 2017


Taller: Jóvenes Analizantes (ERINDA)
Integrantes: Gazagne Maricel/ Galli Josefina/ Ross Vanesa.
Asesora: Giraldi Graciela

Título: “Saltar la pared”

Corina es docente en una escuela secundaria del Barrio “Las Flores sur” de Rosario. Es la encargada de un proyecto que basó, según sus palabras, en un pedazo de canción de Charly Garcia, llamada “A punto de caer”, que dice: y “Saltaste la pared cambiando”. Explica que su lugar inaugural tiene que ver con su trabajo en la escuela al ver que un montón de jóvenes saltaban la pared para escapar de la escuela, sintió la necesidad de poner un nombre significativo, que tuviera que ver con esto de un posible cambio. Por otro lado el proyecto en sí propone intervenciones en diferentes espacios y soportes del barrio “Las Flores” a través de la pintura mural, pintando diferentes elementos y objetos de la comunidad. En paralelo otro proyecto artístico es un documental llamado “Saltaste la pared” creado por estudiantes de Cine en la ciudad de Rosario que relata esta experiencia de manera bellísima mediante sus propios protagonistas.
De alguna manera se aprecia que esta actividad artística transformó el lazo con el otro, brindó elementos identitarios nuevos y se manifestó como un refugio ante el malestar para esta comunidad de jóvenes. También la docente en su acto de creación e invención del proyecto produce su obra artística, tanto como los estudiantes de cine su documental. 
“Explicar el arte por el inconsciente es muy sospechoso… sin embargo explicar el arte por el síntoma es más serio”[1] (con esta frase Lacan toma distancia al método Freudiano) Ya que no explica el arte por el sentido, lo que supondría igualar la obra a una formación del inconsciente.
Los murales pintados en el barrio pudieron surtir un efecto en toda su comunidad, no solo en los artistas sino en los espectadores y beneficiados de dichas obras. Enmarcaron de alguna manera al deseo e involucraron a los vecinos. Los jóvenes saltaban la pared para escapar, y ahora la saltan para crear. Efectos de creación en el recorrido de su juventud e invención ante la falta y el vacío. 
El arte plasmado aparece como soporte, como registro de distintos elementos y objetos de la comunidad, ordenan y marcan una historia en común promoviendo una cultura de pertenencia que brinda identidad en la reconstrucción de lazos desde otro lugar. Esas producciones y creaciones escapan a las leyes del mercado, de la oferta y la demanda y de las utilidades económicas, como también son una evasión frente al consumo de sustancias y los actos delictivos.
Indica J.A Miller que “Los objetos de sublimación pueden llegar al lugar del objeto perdido como tal, es decir que pueden llegar al lugar de la Cosa”[2].
El modo de lazo y de satisfacción articulado al objeto por la vía del acto y de las obras hacen posible un lazo social y una satisfacción diferente a la satisfacción puramente fantasmática; este permite hacer lazo sobre el fondo del vacío.
Miller[3] plantea que respecto del artista, lo fundamental no es que produce sentido, sino que ofrece algo de si mismo, que es material, pone su cuerpo. El pintor pinta con el objeto a, abandona la mirada como objeto a, se desprende de ella.
La chifladura singular de cada uno es la respuesta que se da a ese punto imposible de simbolizar, es la invención y la creación de un sujeto que siempre será sintomática, porque no hay una solución natural. Hay entonces una universalidad del síntoma. El trabajo analítico permitirá llevar el síntoma a un punto tan extremo que se transforme en un efecto de creación, de sublimación. 
El significante crea el vacío, engendra la falta, como la actividad del alfarero[4], crea el vacío central al mismo tiempo que los bordes del jarrón. El proceso de sublimación, al inaugurarse por esta falta y al trabajar con ella, busca reproducir ese momento inaugural de articulación que lleva a la creación.
Algo del azar y la operatividad se pone en juego ante lo inesperado. El arte muda los suspiros de la imposibilidad al respiro de lo posible.
Podemos considerar que “saltar” es un acto que va más allá de la significación fálica y del decir, como la creación que va más allá del padre o se sirve del padre: el muro, la pared para saltarla.
El Arte entra en un borde, porque se puede manejar con la significación fálica o no. Así el inconsciente se muestra como un encadenamiento entre Arte y Psicoanálisis.
En conclusión, “no se trata de aplicar el psicoanálisis al arte sino de entender de qué modo el arte puede aclarar al psicoanálisis”. [5]













[1] Lacan J. Conferencias de las Universidades Norteamericanas” (1975).
[2] Miller J-A:. Los objetos a en la experiencia analítica. Roma 2006. Publicación digital
[3] Miller, J-A: Los signos del goce, pg 324 Bs As, Paidos, 1998.
[4] Lacan J: Seminario 7 – “La ética del Psicoanálisis”
[5] Miller, J-A: Los signos del goce, pg 320/321 Bs As, Paidos, 1998.


jueves, 18 de agosto de 2016

Comentario

La Primera Sesión
Por Giraldi Graciela, Miembro de EOL, AMP y ERINDA. Asesora del Taller “Jóvenes Analizantes”.

Cine debate en homenaje a Jacques Lacan, biblioteca EOL Rosario, 22 de setiembre 2009.
La primera sesión, de Gerard Miller.
El título de este film evoca aquella primera vez en la primavera de nuestro despertar sexual. Y reúne la riqueza de diversos testimonios sobre la primera sesión, en ese encuentro especial de cada uno con su psicoanalista.
Contamos con entrevistas hechas a maestros, escritora, actores, estudiantes, y empresarios que hablan de su experiencia analítica. Algunos de ustedes habrán reconocido a personajes públicos como Claude Chabrol, Patrice Leconte, Carla Bruni, al modisto Kart Lagerfeld, o a los colegas psicoanalistas Françoise Leguil, Guy Trobas, Luis solano, Christiane Alberti.
Otros habrán recordado su visita al consultorio de Freud, o al teatro de París donde se desplegaron las entrevistas.
He anotado a la manera de un editor los dichos testimoniales que me impactaron por tocar el corazón de algunos de los conceptos del psicoanálisis de orientación lacaniana.
Ante el interrogante de cuándo se acude al psicoanalista, si bien los entrevistados enfatizaron que no se va a lo del psicoanalista por una curiosidad intelectual, sino porque se padece de un síntoma, o porque se nos atravesó una piedra que nos impide caminar por el camino por la vida, ese obstáculo real se presenta de diversas maneras.
En relación a ello, alguien dijo: Tenía repetidas preocupaciones que quería resolver hasta que me di cuenta de que solo no podía.
Para Carla Bruni, su llamado al psicoanalista fue a partir de un quiebre: Sufrí una gran fractura cuando murió mi padre.
Otra analizante dijo: La única cosa que contaba para mí era escribir y me encontraba trabada. El psicoanálisis me dio un reingreso a la vida donde yo buscaba una escapatoria.
A veces, ese imprevisto traumático que nos conmociona y empuja a la primera consulta con un psicoanalista se presenta bajo la forma de un accidente o de una separación, un duelo que no se puede elaborar, el abandono de un ser querido, cuando la vida pierde sentido, cuando nos embarga la extrañeza o la paralización y no podemos avanzar.
Entonces, nos surge la pregunta de cómo encontramos a un buen psicoanalista. En ese aspecto, entran en juego la transferencia y la respuesta del analista, si lo hay.
En relación a lo impredecible de esa primera cita alguien dijo: Para mí fue como entrar a otro planeta. Llegué más tarde de la cita y el analista parecía un poco lunático. Me sentí en falta ante la autoridad, y allí me quedé.
El psicoanalista Guy Trobas diferenció al psicoanálisis lacaniano de otras orientaciones recordando a un psi de Argentina que tenía el criterio higienista del análisis semejante a un laboratorio, donde siempre y para todos los pacientes les daba las mismas coordenadas del encuadre con tiempo fijo de las sesiones, cantidad de las mismas, duración del tratamiento, etc.
Cada una de las respuestas de los entrevistados apuntó a resaltar esa experiencia singular del primer encuentro con un psicoanalista en tanto encontró un alojamiento en el Otro, en aquél analista que hace hablar a quien lo consulta en detrimento de las reglas, de las normas y la burocratización.
En esa perspectiva, alguien expresó que la primera sesión también puede ser la última porque si no te gusta te vas, o porque si no hay analista nada puede pasar allí. -Yo estaba al borde del suicidio y en cambio le dije que estaba allí porque me comía las uñas. Ella me respondió que con seis meses de psicoterapia se me iría. No volví más.
En esta vía podemos entender que hay entrevistas que decepcionan, y que no todas las primeras veces resultan inolvidables.
Un entrevistado aportó enfáticamente sus elaboraciones: ¿Y por que se esta convencido que uno golpeó la puerta correcta, sino porque el analista tiene energía para preguntar cómo está usted?.  Es como si el analista tuviese el casco de su moto en la puerta de entrada y adentro uno se encuentra con un ramo de flores que de tan feo se torna bello.
Otro exclamó sorprendido: Me quedé sin voz justo el día que me podía expresar ante una psicoanalista!. Pasan cosas no calculadas y esas cosas son determinantes en la experiencia del análisis.
Resaltando el peso que toman las palabras desde el primer encuentro con un psicoanalista una mujer testimonió: En mi primera sesión sentí que cuando me presenté, también hablé de mis dos hijos y la analista me preguntó qué puedo hacer por ustedes tres?.
Del lado del analista, tampoco sabe qué hará o dirá en cada ocasión, aunque sí apunte con su acto a que ese encuentro sea un acontecimiento subjetivo, enganchando al consultante con lo que dice.
¿Y qué dicen los analizantes sobre su analista?.
Mi analista, dijo uno, repite lo que digo con otra entonación y eso cambia de sentido para mí.
Otro aludió a que su analista es frío pero que a la vez su presencia toma cuerpo, está siempre ahí donde se lo busca. Pero si él tuviera un gesto afectivo hacia mí yo me iría del análisis (resuena lo trabajado por Jacques-Alain Miller en su curso del 2008 acerca del “desapego” como la justa posición del analista lacaniano que en cada ocasión hace lo que tiene que hacer desprendido de sus pasiones, en contraposición con la idea de empatía esgrimida por las psicoaterapias).
Acerca del partenaire-analista alguien expresó: Aprendí a descifrar el silencio de mi analista. Cuando él me decía: y bien?, yo sentía que la olla hervía!...
Finalmente, en la primera sesión también entran en juego la cuestión del pago, el uso y no uso del diván, cuándo y cómo.
Para abrir a la conversación, retomo lo dicho por alguien al final del film: El análisis es una aventura, y si bien no es algo milagroso, se produce siempre un cambio en uno.
Comentario de Graciela María Giraldi, miembro de la EOL y la AMP.



 
- hacer CLIC para ver Film -

Ensayo

“Vacías de comida, llenas de orgullo”.
Breve ensayo sobre anorexia y bulimia en la adolescencia.

Por Ps. Dabín Agueda, matrícula 7524


Abzurdah[1], se presenta como la perturbadora historia de una adolescente, allí Cielo Latini cuenta su historia, como dirá es una versión más o menos estructurada y ajustada a la realidad, de los temas álgidos que con el tiempo envenenan a los adolescentes y no tanto. Cree saber más acerca de anorexia y suicidio que los médicos y psicólogos que intentaron ayudarla, es que considera que la experiencia vivida  no es transmisible…aun así intentará ponerla en palabras:

“Descubrí el botón que tenia que tocar para sentirme bien…
Todo lo que comía duraba menos de una hs en mi cuerpo…deje de comer y no quería decir que comía poco…simplemente dejé de comer.
Más de la mitad de las mujeres entre los 18 y los 25 prefieren ser pisadas por un camión antes que ser gordas.
Todo lo que leí era negativo, malo, pero yo había dejado de comer y me sentía bien…eso no lo decía ningún libro.
Había otras como yo, no teníamos que estar solas, teníamos que apoyarnos y por eso cree mi blog “Me como a mi” y mi alter ego Lágrima…pregonaba que la anorexia no era un desorden alimentario sino un estilo de vida…diferénciate de todo el mundo, comer lo puede hacer cualquiera desde un médico hasta un albañil, vos sos alguien diferente  a esas personas, vos podes vivir de vos misma, de tu propia pureza, que nadie corrompa el estado divino en el que estás”.

 De un modo general, se puede decir que la adolescencia es una construcción. Puede pensarse como una posición subjetiva marcada por múltiples variables y a diferencia de la pubertad, está ligada a la época.
Lo real de la pubertad es la aparición de los caracteres sexuales secundarios, es decir, la modificación de la imagen del cuerpo. Entonces, es en estos dos planos, el del cuerpo como objeto pulsional y el cuerpo como imagen, que la pubertad viene a trastocar, a conmover al sujeto.
Los cambios corporales, la exigencia de asumir una posición sexuada, la admisión de la propia muerte son las manifestaciones de lo real que irrumpe y que los adolescentes tratarán de simbolizar o de representar. Cada uno, de modo singular, se las verá ante el encuentro con ese imposible de simbolizar pues, al decir de Lacan, no hay una formula general para “zafar bien del asunto”[2]
El cuerpo humano ha sido percibido, interpretado y representado de diversos modos en distintas épocas.
Hacia el final de la era victoriana, quizás por primera vez en el mundo occidental, las clases medias comienzan a rechazar el alimento en aras de un ideal estético: ya no se aspira a la perfección del alma, sino que se pretende que el cuerpo se ajuste a una imagen modelo que prescribe determinado peso o forma física como ideal. En consecuencia se desarrollan numerosas técnicas destinadas a lograr una transformación puramente física, como las dietas, gimnasias, medicamentos e intervenciones quirúrgicas.
La preocupación por la gordura y la dieta no solo responde a la norma sino que funciona, como ha observado Susan Bordo utilizando conceptos de Foucault, como una poderosa estrategia de normalización, que busca la producción de cuerpos dóciles, capaces de autocontrol y autodisciplina, dispuestos  a transformarse y mejorarse al servicio de las normas sociales y, fundamentalmente, de las relaciones de dominio y subordinación imperante.    
Silvia Tubert[3] plantea que desde el punto de vista psicoanalítico debemos señalar que la clasificación de anorexia y bulimia como Trastornos del Comportamiento alimentario, tal como se presenta en el DSM IV conduce a un error, dado que presupone que el TCA es una entidad nosológica en sí misma, en tanto que la clínica y la investigación psicoanalítica ponen  de manifiesto que se trata de un síntoma o conjunto de síntomas que se pueden desarrollar en distintas estructuras.
En el Manuscrito G la anorexia pasa a ser una línea paralela a la melancolía y la pérdida de apetito hace ecuación con pérdida de libido. No es lo mismo un fenómeno anoréxico como efecto de un ritual obsesivo, como expresión de un deseo insatisfecho (histeria) o una anorexia que esté indicando la certeza de ser envenenado. La importancia de un diagnóstico en cuanto a la estructura es fundamental[4].
El devenir niña - mujer implica un largo y trabajoso duelo. La anorexia, plantea Cibeira[5] se presenta como expresión de las dificultades en la asunción de la genitalidad y de lo femenino. Es en el momento de los cambios puberales que el cuerpo denuncia formas de mujer y se constituye en una de las exigencias de trabajo psíquico la asunción de la genitalidad. Este quiebre narcisista, que remite al narcisismo primario pero lleva la marca del Edipo, desarticula la libidinización de ese cuerpo, desconstituyendo representaciones y apareciendo la imposibilidad de simbolización del nuevo cuerpo puberal, intentando, vía manejo de la alimentación, la apropiación de un cuerpo ya cargado de significaciones sociales ligadas a un ideal estético.
El conflicto aparece fundamentalmente expresado a nivel del cuerpo y de la imagen del mismo con escenas con un componente altamente autoerótico centrado en la  circulación a través del tracto digestivo del alimento, en un control constante de lo tragado y lo expulsado. Esta complejidad se presenta, justamente, en un momento de la vida de un sujeto que implica la búsqueda para sí de un lugar simbólico y singular. Entonces, este cuerpo de la adolescencia vehiculiza interrogantes acerca de qué quiere el Otro y respecto de qué es ser mujer.

“Finalmente empezaron los efectos colaterales, no comer me daba sueño, pésimo humor, mucho frío y lentitud mental…pero los efectos negativos al final pesaban menos

Nunca se es demasiado flaca
No comer es un derecho y lo ejerzo
Sabía como nadie lo que es estar vacía de comida y llena de orgullo. Que los huesos definan la belleza. Teníamos un objetivo: la perfección”.

Retomando a Silvia Tubert, es importante señalar  el carácter iatrogénico de los tratamientos que se centran en la mera eliminación del síntoma y tienen como objetivo fundamental lograr que la paciente "gane peso". Estos tratamientos que reproducen el modelo de relación familiar que condujo precisamente a la producción del síntoma y, lo que es más grave aún, intervienen en lo real del cuerpo mediante actos que insisten en ignorar al sujeto y lo reducen -una vez más- a la posición de objeto. Muchas veces estos actos están destinados a aliviar la angustia que despierta la figura de la anoréxica en tanto pone en escena la presencia de la muerte. Pero lo que  ésta intenta, excepto en un número muy reducido de casos, no es morir sino estar a punto de morir, sobrevivir negando toda necesidad vital, llevando una vida en los límites de lo posible.

“Durante una cena familiar, Cielo dice: me duele…qué? Le pregunta su mamá…comer me duele”.

“Ser "anoréxica" o "bulímica" constituye una respuesta a la pregunta por la propia identidad -problema existencial, especialmente angustiante en la adolescencia-, lo que explica la tenacidad con que las pacientes parecen aferrarse a estas etiquetas diagnósticas. Pero se trata de una pseudo-respuesta que aliena al sujeto; de ahí la necesidad de ir más allá del síntoma tanto en el proceso diagnóstico como en el terapéutico: las etiquetas sólo sirven para confirmar la falsa identidad”[6].



- hacer CLIC para ver Video -



[1] Latini, C. “Abzurdah”. Ed. Planeta, Buenos Aires, 2015.
[2] Belçaguy, M.; Gomez, J; Menis, A. “La metamorfosis de La pubertad y el despertar de la primavera”. 
[3] Tubert, Silvia “Anorexia, una perspectiva psicoanalítica”.  
[4] Firpo, Stella Maris “Diversas adolescencias”.
[5] Cibeira, Alicia “Consideraciones sobre la anorexia desde el psicoanálisis”.
[6] Tubert, Silvia “Anorexia, una perspectiva psicoanalítica”.

Ensayo

En adolescencia, ¿un momento­ indefinido?
Por Ps. Martinez Cintia , matrícula 6830
Para interpelar, pensar la adolescencia hoy, hay que pensar en la época, ¿Y porque ­­? porque como bien decía Silvia Bleichmar, la subjetividad cambia por épocas, y hoy es la época de la que algunos autores llaman el ápice del sistema capitalista, ya que no se preocupa en vender productos (mercadería, objetos de usos, inmuebles, muebles, rodados, etc. ), ó en vender servicios (Tv. por cable, telefonía celular, seguros para la casa, servicio de sepelio, tarjetas de crédito, etc. ), sino que ahora, es el sujeto mismo el que  se convirtió en un objeto más y un producto, un objeto más de la cadena de consumo, y un producto del sistema posmoderno: el Sujeto goce, el sujeto disfrute, Sujeto feliz, , pero Sujetado en fin.
Hablar de un sujeto Goce, alude a que hay un intento de homogeneizar la subjetividad, una ilusión de completud, de bienestar, de que todo es posible gracias a cada producto que hay en el mercado y lo que no es posible de comprar porque no es un producto, se logra con distintos tratamientos físicos y psicológicos habría una gran oferta para cada necesidad y gusto. El mayor discurso implícito es que habría una necesidad de tener tal o cual cosa, y podría ser una de las causa del consumismo: lo necesito, me hace falta, la lógica será; ¿tener o no tener?­ ¿Qué nos hará falta?
Y en esta coyuntura es que podemos pensar al adolescente, ya que es el mejor objeto que se presenta en el mercado y al que se dirige el capitalismo, al joven, ya que el ser joven  no es solo un  slogan, sino que hay algunos discursos que implícitamente ponen de relieve lo jovial como un buen estado, la juventud se asocia con  ser divertido, sexi, sensual, con el sexo, lo lindo, la vida, lo activo,  mientras que ser adulto es visto como aburrido, exceso de responsabilidad, y  la vejez como lo que  hay descartar.
Este momento de la adolescencia es importante en tanto constitución subjetiva, un momento entre niñez y adultez donde el afrontamiento de ciertas cuestiones es sentido como vida o muerte. Freud ya nos hablo de estos momentos - Metamorfosis de la pubertad-; aparte de subrayar su conmoción de metamorfosis y de transformación del sujeto en relación a su sexualidad, también hace referencia a la cuestión de la muerte.
El joven adolescente, como un objeto del mercado, es el que mas dificultades tiene para procesar todo lo que le llega, éste se encuentra en búsqueda de ideales, de soluciones a sus problemáticas, no sabe que hacer con su cuerpo, y el mercado le va ofreciendo respuestas, y está en éste, como las interpreta y la forma de recibirlas las posibilidades de enfermar o entrar en situaciones conflictivas, adicciones, actos delictivos.
Hay cierta creencia que estar triste es mal visto, se asocia a la depresión, y al parecer el mercado capitalista tiene un sin fin de propuestas para las soluciones a sus síntomas, una pastillita para cada estado, algunos autores interpretan esto como taponar el síntoma, la hiancia subjetiva. Este imperativo que fuerza a ser felices a consumir a disfrutar, es a lo que hacia referencia del tipo de sujeto producido;  Sujeto goce, Sujeto disfrute, Sujetos Felices  estos significantes están al orden del día, se dispersan en distintos discursos; disfruta tus vacaciones, disfruta tu franco, disfruta tu dinero, disfruta tus hijos, disfruta tu tarde, disfruta tu tiempo, disfruta la vida, disfruta del momento, etc. discursos que impregnan cuerpos que de no poder disfrutar enferman. Así llegan adolescentes al consultorio con sentimientos de infelicidad, y depresión.
Hacíamos referencia a la época y hoy  las grandes instituciones perdieron credibilidad, la escuela ya no representa lo que era, el Estado-Nación se desmorona, hasta la mujer como institución ha cambiado, La Ley como autoridad  de lo estatuido aparece como sin funcionamiento, y la  autoridad como Estado-Nacion-Ley, parece estar perdiendo consistencia, la autoridad paterna en este contexto también esta en jaque, algunos denominan la época del fin de ideologías. Cientos de estos cambios son muy positivos y otros son sentidos como desmembramiento de dicha institución. Y algunos incluso hablan de sus épocas y las comparan con el ahora;  ¿Se habrá sentido un cambio?, al parecer paso un tsunami en los últimos años.
La perdida de significación social de estas instituciones tiene sus efectos,  el adolescente como nos expresa Giraldi, G  - El niño en la encrucijada - ¨ vive un estado conflictivo en relación con sus padres y otros representantes de la autoridad ¨. La categoría de padre es el centro de la cuestión, después del transito por el Edipo, debería sufrir transformaciones, una de ellas es ¨ realizar un transito de un padre al padre ¨, lo que Lacan denomina el Nombre-Del-Padre y que nos expresa Rodulfo, M Y Rodulfo, R en su libro - Clínica Psicoanalítica en niños y adolescentes- . Lo mencionado, se refiere a que el sujeto está atravesado y constituido por dos legalidades de diferente orden; legalidades, que por su modo de atravesar al sujeto, no resultan correlativas; es decir, por un lado tenemos la ley social, del orden jurídico, la estatuida socialmente, y por otro lado la ley simbólica propia de la constitución subjetiva, ambas, al impregnar y habitar en el sujeto, posibilitan la filiación del mismo a la sociedad.
Pero mas allá de lo que el discurso capitalista promueve hay algo esencial de la subjetividad y es que a pesar de ese intento de homogenización hay algo que es particular y único de cada sujeto y es el modo que cada uno vive o transita este momento, de modo singular.
La importancia de la crisis de estas instituciones, y lo q algunos autores llaman la caída de la época patriarcal produce no solo que los padres ya no tengan la connotación de padres sino que la decadencia de la autoridad en general hace que el adolescente vea a sus padres como tontos. Antes el saber  estaba depositado en los adultos, esos seres hablantes que eran los educadores, incluyendo a los padres, era necesario su mediación para acceder al saber,  esta demanda es liquidada en la maquina, el Google responde todo. El saber no esta mas en el otro. Ya no necesita estrategias para extraer ese saber. Google la sabiduría del mundo accesible a todos, a cualquiera, de una manera fácil, rápida y gratuita. Y aunque Google aparezca como todo saber, lo que no puede hacer es acompañar y alojar a ese sujeto, que necesita mucho mas que un click, pues lo que redirecciona a una pagina wep podrá leerlo, pero lejos está de comprender ciertas cosas que solo el  acompañamiento de un adulto podrá soportar en una demanda.  A veces,  los padres se sienten muy afectados por los cambios de sus niños que no son niños. Hay una línea muy delgada entre lo que es adolescente, lo que es la intimidad y la independencia que se le pueda dar al joven, confusiones que hacen que los padres asistan a una consulta, con la idea de que le digan que hacer, cierto desconcierto de los padres, que no saben como actuar frente a sus hijos que limites poner y hasta donde acompañan, ó permiten ciertas cosas.
La autoridad paterna no solo decae sino que es vista como injusta, la demanda familiar y escolar es vivida como un imperativo tiránico, una demanda de respeto;  proclaman ¨quiero ser respetado ¨. Padres que no saben que hacer con sus hijos porque ellos tampoco han resuelto su propia historia, y pasan de ser padres permisivos a una rigidez inexorable. Así  Miller en su texto - En dirección de la adolescencia -; nos plantea a la adolescencia misma como una procrastinación, como un aplazamiento a lo mas tarde posible ¿de ser adultos? ¿A hacerse responsables?. Por eso hablamos de momento,  porque hoy día es difícil pensar la adolescencia como una etapa.
En la adolescencia a pesar de ser este momento singular para cada sujeto hay algo de ella que se reproduce a modo o nivel colectivo, y es lo que sucede en el tipo de socialización sintomática que practican dichos jóvenes no es por identificación a ideales sino a modos de gozar; a saber; alcoholizarse, fumar, deportes de riesgos. Conflicto con el ideal entre lo que él es y lo que debe alcanzar, que se exige como imperativo para ser feliz. Ideales que desfilan en la televisón y los distintos lugares donde hace lazo social, hay un clima que predomina que es lo que en imágenes se muestra, imágenes de felicidad, publicidad desmedida, reality show, todo es superfluo y estetizante.
Una forma de dar fin a lo que llamamos procrastinación, en las palabras de Giraldi G., es que el adolescente pueda constituirse un ideal propio, hacer una elección de vida, orientarse en algo, tal vez distinto a lo que los padres esperaron de él.
La socialización sintomática a los modos de goce, pueden convertirse en fenómenos de masa, como fue el caso de la muerte de los cinco jóvenes en la fiesta Electrónica, suicidios en serie, grupos blogs de anorexia y bulimia, etc.
Se vislumbra cierta idea de que lo prohibido se puede transgredir, la marihuana esta próxima a legalizarse su consumo, preceptos  como estos, pueden confundir a los jóvenes que aún no hacen un uso responsable de ciertas sustancias. Nos encontramos con canciones que habilitan y promulgan discursos, entre algunas la más descriptiva;  ¨ muchas manzanas son las que hoy y mañana se cruzan y se van a cruzar. Y en algunas se encuentra lo que algunos llaman felicidad ¨ Me escucho y sigo, porque mucho de lo que está prohibido me hace vivir ¨ -Callejeros-  ¿Podrían ciertas legalidades tener un mensaje confuso para nuestros adolescentes?
Entendemos que
prohibición no es sinónimo de transgresión, sino que hay una diferencia radical entre ambos, ya que la prohibición remite a impedir un acto o uso y la transgresión implica la realización de ese acto impedido, en este caso impedido, podría ser utilizado como prohibido por la ley. Y aquí nos remitimos a las palabras de I. Greiser,  cuando expresa  (…) “en el caso por caso, puede verificarse la relación del sujeto a la ley: si se la acata, si se la desconoce o se la reconoce”.[1] Se refiere a la transgresión desde el discurso psicoanalítico y a partir de allí, menciona que la transgresión puede ser entendida como diferentes modos de convocar a la ley.
Es decir, que la transgresión funciona en este sentido como un llamado a la presencia de la ley. Nos referimos a la Ley simbólica, la cual junto con la Ley social, son las que constituyen al sujeto como tal; la autora expresa entonces que (…) “los sujetos que transgreden la ley lo hacen por una función fallida del padre y dicha transgresión es un llamado al mismo”.[2]
La transgresión así entendida deja traslucir que lo que convoca el adolescente no es más que la ley simbólica (El Otro), y si no lo hace con la boca, es decir con un llamado-grito,  lo hace con un acto, allí donde se puede hacer visible, al limite de la ilegalidad, al decir de algunos, allí en donde lo prohibido es reconocido y sancionado, y cuando no, castigado.

                       
- Hacer CLIC en el video -



[1] Greiser, I. Delito y transgresión. Un abordaje psicoanalítico de la relación del sujeto con la ley- primera edición. Ediciones Grama; Bs. As., 2008; pág. 11.
[2] Greiser, I. Delito y transgresión. Un abordaje psicoanalítico de la relación del sujeto con la ley- primera edición. Ediciones Grama; Bs. As., 2008; pág. 37.

Ensayo

“Construyendo puertas y no muros”

Una reflexión sobre el que-hacer con los adolescentes hoy
Por Ps. Daniela Marrano matrícula 7161.

Capitalismo salvaje, empuje al consumo desenfrenado, caída del Otro de la tradición y sus consecuentes ideales, feminización del mundo, primado del goce como imperativo, mundo virtual, gadgets. Tomo estas palabras como disparadores que hacen referencia a la caracterización de la época post moderna para pensar de que manera estas determinaciones repercuten en la formación de síntomas en los jóvenes. Preguntándome por el que-hacer del analista ya que, como expresaba Lacanen “Función y campo de la palabra”: Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de la época.
Lejos de establecer algún tipo de respuesta, instalo preguntas que abran y que no cierren. Ya sabemos lo que dice Lacan respecto a la comprensión.
Tenemos que vérnoslas entonces, con expresiones de la sociedad en la que vivimos. Consecuencias que son sentidas muchas veces como del orden de la catástrofe, ya que la clínica con púberes y adolescentes muchas veces desconcierta.Y pienso, si Lacan en su momento sostenía que era menester no retroceder ante la psicosis, podría decirseque se vuelve necesario no retroceder ante estos síntomas propios de la sociedad actual,sino acompañar el movimiento de, en este caso,el joven. Estar ahí, brindando un modo de tratar lo insoportable del goce.
Podemos ubicar a la pubertad como el momento del (re)encuentro con la sexualidad. Lacan hace referencia a la pubertad como un “despertar a lo real” Es decir, la irrupción de un goce extimo al cuerpo frente al cual el sujeto no sabe cómo responder.Este encuentro con la sexualidad produce un agujero, es el enfrentamiento a un imposible entre los sexos, en el sentido de la inexistente complementariedad entre el hombre y la mujer, de que no hay un objeto natural que encaje perfectamente, que nos lleve a la unión y armonía. De manera que cada uno, de modo singular, se las verá ante el encuentro con ese imposible de simbolizar pues, al decir de Lacan, no hay una fórmula general para “zafar bien del asunto”. Si a esto le sumamos, las determinaciones que mencioné al comienzo como propias de la sociedad actual, al no haber un Otro de la tradición que apacigüe desde lo simbólico, el joven muchas veces recurre a lo que tiene más a mano: su cuerpo. Así escuchamos como desfilan por la clínicaadolescentes con cuerpos marcados, tatuados, perforados con piercings,  cuerpos anoréxicos, cuerpos intervenidos por cirugías y demás.
Esto viene a colación de una viñeta clínica: Julia tiene 13 años y solicita consulta psicológica por motus propio.Apatía, desgano, próxima a perder el año escolar decía la nota que trajo escrita por la Psicóloga de la escuela. Las primeras entrevistas fueron muy breves, no hablaba mucho solo sostenía sentirse mal. Ese espacio que se le ofrecía, posibilitó de a poco que Julia pudiera comenzar a ponerle palabras a ese malestar. Ella nosabía que decir, “no séquémás decirte-decía- ha ya sé”. Y casi cuando estaba por finalizar la sesión, decía como al pasar cosas muy importantes. Julia se cortaba, se realizaba pequeños cortes en los brazos que la aliviaban de alguna manera. El comienzo de los cortes coincidía con el momento en que tuvo relaciones con un chico mayor que ella que no era agrado de su madre. Aquí tenemos, el encuentro con la sexualidad que mencionaba al principio. Julia, de 13 años, se sentía culpable por lo que había hecho y por no habérselo contado a su mamá, quien se posicionaba desde el lugar de “mama compinche”. “en mi casa hablamos de todo” sostenía la madre. Su padre, por su parte, los abandonó cuando ella tenía 6 años, y no tuvieron más vínculo, si bien viven a pocas casas de diferencia y suelen cruzarse por la calle.
Recuerdo que en los espacios de supervisión, trabajamos la cuestión de la falta de recursos simbólicos para afrontar el hecho del vivenciar sexual, ya que por un lado, ella era una niña pero con cuerpo de mujer y se había precipitado a una situación ante la cual no tuvo con que responder, más que poniéndole un límite al goce del cuerpo mediante el corte.
Ante la pregunta de cómo operar ante este cuadro, pensábamos la posibilidad de dar lugar a la emergencia del sujeto de la enunciación, propiciar el espacio para que el sujeto pueda darle valor a su decir y que, con angustia mediante-ya que la angustia nunca miente- pudiera localizar a través del significante algo del objeto del goce, que lo habita singularmente. A esto me refería cuando al comienzo sostuve lo de no retroceder sino, acompañar al sujeto en el movimiento. Tampoco, responder desde un significante amo, desde el lado la comprensión o el sentido común porque de lo contrario se cierra la puerta. “Sólo puede quedar abierta si hace oír al sujeto: “yo no lo sé y es por lo que es preciso que tú hables”.

Acompañemos, entonces, la apertura de puertas a la medida de cada uno.




- hacer CLIC para ver film -

Ensayo

Lazos fugaces
Por. Lic. Gazagne Maricel (coordinadora del Taller: “Jóvenes Analizantes”)

Tal como rezan las letras de canciones de moda, la cual cantan, bailan y la viven  los adolescente: “prefiere algo casual y que no duela”…”los tragos hicieron estragos en su cabeza”… “Ya no quiere saben nada mas de amores, le han traído solamente decepciones”. Freud dice, en el Malestar en la Cultura (año 1929-1930), que el ser humano busca la Felicidad o al menos se consuela con evitar el sufrimiento por lo que echa mano a caminos alternativos para tal fin. Tomar o intoxicarse para no pensar ni angustiarse, aislarse para evitar el desencuentro amoroso, deportes o actividades extremas para sentirse vivo. Lazos condicionados por un discurso que empuja al consumo, a matar el deseo, a abolir la singularidad y producir en serie esteriotipos. La subjetividad de la época se manifiesta en nuestros jóvenes; todo se vende, todo se transforma en objetos de consumo, incluso los movimientos en contra del sistema capitalista son absorbidos por este y lo transforman en moda; y ahora se venden ropa con estilo hippie en cómoda cuotas con tarjetas de crédito.
El sistema nos impone mantenernos jóvenes y activos; a imagen y semejanza del Adolescente, quien en teoría está en la “Primavera de la Vida”.
Me pregunto ¿Dónde quedaron los vestidos de niña? Hoy los bebes y niños se visten como adolescentes y los adultos también. Nos encontramos en una época de decadencia del patriarcado; nos comanda  la lógica del mercado, y como dice una publicidad: “Lo imposible se consigue en cuotas”.
El adolescente con sus saberes tecnológicos, su inestabilidad subjetiva e incertidumbre, propias de la pubertad y la salida de la infancia hoy se torna en modelo propuesto como ideal a alcanzar. A partir de aquí es que nos encontramos con una adolescencia procastinada, eterna.
Hoy el lazo social se encuentra mediado por la virtualidad. ¿Hay un emoticón para cada estado del ser?. En lugar del espejo el púber, en medio de su metamorfosis, se retrata y pule detalles que no le agradan de su cuerpo, con las herramientas tecnológicas, en cada imagen que sube a la red; intentando tomar distancia de todo lo que pueda enfrentarlo a dos concepto que comienzan a ser para él mas presentes, como la muerte y sexualidad. Verse más bronceado, menos pecas, mayor altura, mas adulto, mas joven ¿ocultar o mostrar los caracteres sexuales secundarios en desarrollo?.
Aquí aparece el Síntoma, completamente singular burlándose de todos estos intentos de universalidad, a modo de oferta de salida; lo obliga a detenerse y pensar sobre quien es y lo que le pasa. Paradójicamente su sufrimiento lo despierta del sueño consumista y dependerá de cada caso cómo se las arregle con el.




- hacer CLIC para ver Video -